Ser admitido en Stanford es un sueño para muchos estudiantes de todo el mundo, pero el camino hasta ahí, y la vida dentro del campus, pueden ser un desafío complejo y sorprendente. Fernanda, una estudiante internacional que acaba de completar su primer año, nos cuenta en detalle sobre sus descubrimientos, aprendizajes y retos en su experiencia en esta prestigiosa universidad.
Stanford es conocido por ser un lugar de innovación constante, y Fernanda nos cuenta que, al llegar, notó de inmediato que el ritmo en la universidad es rápido y exige adaptarse sin pausa. “Todo se mueve muy rápido en la universidad, y constantemente tienes que estar acelerando todo”, comenta. Esto no solo se refiere a los estudios, sino también a la vida diaria. Desde tener exámenes parciales en la cuarta semana de clases hasta tener apenas 15 minutos para almorzar, Fernanda experimentó el impacto de un entorno que demanda eficiencia en cada aspecto de la vida cotidiana.
Pero además del ritmo rápido, otra sorpresa fue la puntualidad y la estructura meticulosa que caracterizan las interacciones sociales en Stanford. La universidad tiene una cultura de puntualidad que también afecta las relaciones con amigos y compañeros de clase. Por ejemplo, una cita para tomar café puede durar exactamente 30 minutos, ni más ni menos. Esta costumbre, aunque desafiante al principio, le enseñó a Fernanda el valor de la organización y del respeto al tiempo de los demás.
Fernanda también quedó impresionada al descubrir la variedad de recursos de apoyo académico en Stanford. Aunque el entorno académico es extremadamente demandante, la universidad ofrece múltiples herramientas y opciones de ayuda para los estudiantes que las necesiten. Entre ellas, menciona las “office hours” (horarios en que los profesores están disponibles para atender consultas), tutores y consejeros académicos. Estos recursos no solo ayudan a los estudiantes a entender mejor sus materias, sino que también brindan apoyo emocional, algo que Fernanda considera fundamental, especialmente en un lugar tan exigente como Stanford.
Para Fernanda, estos recursos son esenciales para los estudiantes internacionales, quienes, además de adaptarse a la exigencia académica, tienen que superar las barreras culturales y lingüísticas.
La estructura académica en Stanford también tiene sus particularidades. La universidad opera bajo un sistema de trimestres conocido como “quarter system”, algo que Fernanda desearía haber comprendido mejor antes de su llegada. Este sistema divide el año académico en cuatro periodos de diez semanas cada uno, lo cual significa que los cursos son cortos e intensos. Fernanda explica que los trimestres aceleran los tiempos, lo que puede ser agobiante si no se está familiarizado con la carga de trabajo y los tiempos de entrega.
Además, como estudiante internacional, enfrentó otros desafíos fuera de las aulas, como el proceso de declarar impuestos en Estados Unidos. Fernanda describe este trámite como “tedioso” y siente que le habría beneficiado tener más información antes de su llegada. Enfrentar este tipo de procesos administrativos, aunque es un paso inevitable, puede ser complicado cuando no se cuenta con una guía adecuada.
La vida académica en Stanford es intensa, y Fernanda reconoce que uno de los mayores retos fue adaptarse al nivel de exigencia de los profesores y al ritmo de estudios. Proveniente de una educación pública, admite que inicialmente se sintió un poco menos preparada en comparación con otros estudiantes. “La educación pública que recibí no me preparó académicamente para lo que era la universidad en Stanford”, comparte. Sin embargo, encontró un fuerte apoyo en algunos de sus profesores, quienes la motivaron a no rendirse y a avanzar paso a paso. Este respaldo fue fundamental para que Fernanda ganara confianza y lograra adaptarse, especialmente al recordar que cada estudiante tiene un proceso único de adaptación.
Como muchos estudiantes, Fernanda llegó a Stanford con ideas preconcebidas sobre la universidad y su comunidad. Entre los mitos que tenía en mente estaba la idea de que encontraría pocas personas que hablaran español o compartieran sus raíces culturales. Sin embargo, se sorprendió gratamente al descubrir una gran cantidad de personas latinas y chicanas, especialmente en California. Stanford, de hecho, es uno de los campus más diversos en términos de etnicidad en Estados Unidos, lo que brinda un sentido de pertenencia a estudiantes de todas partes del mundo. “Creo que algo muy grato fue encontrarme con muchas personas que hablaban español”, menciona, haciendo eco de la calidez y cercanía que esto le ha brindado en su experiencia universitaria.
Una de las experiencias más enriquecedoras para Fernanda ha sido conocer a otros estudiantes internacionales. Le resulta inspirador formar parte de esta comunidad, ya que los estudiantes internacionales tienden a compartir una disposición especial hacia el aprendizaje y la colaboración intercultural. Cada encuentro con un estudiante internacional es una oportunidad para compartir y aprender, y esta red se convierte en una fuente constante de apoyo y enriquecimiento personal. Fernanda describe esta comunidad como “vibrante”, y considera que los lazos que ha formado con otros estudiantes internacionales son algunos de los aspectos más valiosos de su vida en Stanford.
Con el beneficio de la experiencia, Fernanda reflexiona sobre lo que hubiera hecho diferente en su preparación antes de llegar a Stanford. Una de las recomendaciones que haría a futuros estudiantes es revisar los “syllabus” (programas de curso) de las clases que planean tomar. Esta revisión le habría permitido tener una organización previa y saber qué esperar de cada materia. Además, menciona la importancia de llegar con una mente abierta y preparada para enfrentar desafíos que quizás no están detallados en ninguna guía.
Al mirar hacia atrás, Fernanda ha aprendido muchas lecciones en su primer año en Stanford. Uno de sus aprendizajes más valiosos ha sido la importancia de no compararse con otros. “Cada persona viene de un background distinto, por ende, compararnos constantemente no es productivo”, asegura. Stanford es un espacio competitivo, pero también es un lugar donde cada estudiante tiene su propio camino y merece estar allí.
Otra lección importante ha sido la de seguir sus pasiones. En un entorno como el Área de la Bahía, donde hay una fuerte presión hacia las carreras técnicas y el éxito profesional, es fácil perder de vista lo que realmente nos motiva. Fernanda destaca que lo que diferencia a cada persona es la pasión que pone en su trabajo, y recuerda la importancia de no menospreciar las humanidades y ciencias sociales en una época en la que las disciplinas técnicas suelen recibir más atención.
Por último, el “networking” se ha convertido en una herramienta fundamental en su vida universitaria. Para Fernanda, el “networking” no se trata solo de conveniencia, sino de un interés genuino por aprender de la trayectoria profesional de los demás. Stanford ofrece una red de contactos inigualable, y la comunidad está dispuesta a apoyar a aquellos que desean aprender y crecer. Fernanda ha aprendido que no se pierde nada al pedir una reunión o un café para conocer a alguien más, y esta red de apoyo es uno de los recursos más valiosos que la universidad tiene para ofrecer.
La experiencia de Fernanda en Stanford es un testimonio de adaptación, crecimiento y autenticidad. Su historia nos muestra que, aunque el camino puede estar lleno de desafíos, cada obstáculo trae consigo una oportunidad de crecimiento. Para quienes sueñan con estudiar en una universidad como Stanford, su consejo es simple pero poderoso: prepararse, pedir ayuda cuando sea necesario y, sobre todo, mantenerse fiel a uno mismo y a sus pasiones.
Para futuros estudiantes, la experiencia de Fernanda en Stanford es una guía invaluable que recuerda la importancia de abrazar la diversidad, utilizar los recursos disponibles y construir relaciones genuinas. La vida en Stanford puede ser intensa, pero es un lugar donde cada momento cuenta, y cada experiencia contribuye a formar la trayectoria de aquellos que se atreven a soñar en grande.